El jardín de casa

Espai 13

Ciclo
Ciclo: "Círculos invisibles"
Autor
Liza Lou
Fechas
Comisariado
Ferran Barenblit

"Soy una artista y voy a crear un mundo de cuentas de vidrio." Esta es la decidida afirmación de Liza Lou. Explicaba que visitó Italia con dieciocho años y se quedó maravillada con las obras maestras de la humanidad: construcciones que precisaron una participación colectiva, incluso personas que dedicaron toda su vida a la consecución de una única pieza. Allí pudo apreciar el modo en que los artistas habían reproducido el paisaje toscano, una alegoría de la naturaleza y de la equilibrada intervención del hombre. Tras su regreso a Estados Unidos, tomó la determinación de construir, también ella, una realidad alternativa. Pero su paisaje era muy distinto del de los maestros renacentistas. Tenía que encontrar otra forma de expresión, más acorde con el paisaje suburbano de California, con los supermercados abiertos las veinticuatro horas del día y con los colores chillones.

Comenzó entonces a crear objetos utilizando cuentas de vidrio. En su primera obra, titulada La cocina, invirtió cinco años de trabajo. Todos los objetos que la constituían estaban hechos de papel maché y madera y revestidos con cuentas de colores. No faltaba nada: el horno, la nevera, la mesa dispuesta para el desayuno y los platos acumulados de la noche anterior.

Le siguió este jardín, que representaba, en muchos sentidos, el estilo de vida en casas unifamiliares, típico de las afueras de las ciudades norteamericanas. No obstante, en esta ocasión, no trabajó sola. Organizó talleres, en los que algunos voluntarios pasaban horas y horas ayudándole a dar forma a las briznas de hierba con millones de piececitas de vidrio; una labor en la que una persona sola habría tardado unos cuarenta años.

El jardín de casa nos muestra otra visión de nuestro entorno. Es una visión estridente de la uniformidad de los estilos de vida, algo hacia lo cual el mundo parece sentirse inclinado. El empleo de un material poco frecuente nos lleva a pensar sobre los límites entre lo que es considerado arte y lo que, ya sea por el material utilizado o por el tipo de trabajo, no lo es. Por otra parte, constituye una llamada de atención sobre el papel que secularmente se ha atribuido a las mujeres, la minusvalorada tarea doméstica.

"Tal vez no pueda canviar el mundo", concluye la artista, "pero puedo crear uno que me resulte más atractivo."