- Fechas
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- Comisariado
- Ajit Mookerjee i Lluís Riera
Arte tántrico
El tantra es una manifestación de la sensibilidad, del arte de la religión de la India. La religión de los hindús de hoy en día, desde el cabo Comorin hasta las laderas del Himalaya, es, en su esencia, tántrica. Esto ha sido posible porque el tantrismo no es ninguna religión, es una concepción del mundo, una forma de concebir la vida, y por eso ha podido penetrar en las tres grandes religiones de la India: el hinduismo, el budismo y el jainismo. Ya en fecha muy temprana el tantrismo fue aceptado por el budismo Mahayana, y por esta vía ejerció su influencia en China y Japón. Actualmente desempeña un importante papel en el lamaísmo del Tíbet y en el hinduismo y el budismo de Nepal. La palabra tantra procede de la raíz sánscrita tan («abrir, expansionar») y se refiere a un sistema de ritos y enseñanzas y a los textos que describen dicho sistema. Los tantras más antiguos que han llegado hasta nosotros fueron redactados hacia el año 600, pero los textos hinduistas y budistas más antiguos contienen ya muchos elementos tántricos, y ciertos eruditos consideran que cabe situar el origen del tantrismo en la India védica, anterior a la llegada de los arios, hacia el año 1500 antes de nuestra era.
El tantrismo y otros sistemas religiosos y filosóficos de la India, en especial del círculo de la ortodoxia brahmánica tradicional, se basan en una concepción monista de la realidad. La unidad esencial del Brahma (la verdad) tiene dos aspectos, simbolizados por el principio masculino estático (Shiva) y por el principio femenino dinámico (Shakti). Cabe remarcar que, contrariamente a lo que sucede en Occidente, el aspecto femenino es considerado dinámico, encarnación de la energía, mientras que el aspecto masculino representa el principio estático, la inmovilidad de la conciencia.
El juego combinado de las dos fuerzas cósmicas –masculina y femenina–, que se concreta en una visión de una sexualidad cósmica de la que procede la variedad de formas aparentes del Todo Único, ha conducido los tantrismos al abandono del ideal de una vida ascética, predominante en la India, para desarrollar un culto del éxtasis, según el cual el placer obtenido de los sentidos es el medio más importante para alcanzar la plenitud y liberación.
El tantrista debe aprender a identificarse con el juego cósmico del placer y reconocer que lo que a los demás les puede parecer dolor y miseria no es otra cosa que una parte inevitable y necesaria de la trama creadora, en la que el placer experimentado personalmente constituye el verdadero reflejo del deleite cósmico. La sensación y la emoción son las fuerzas más poderosas que mueven al hombre, y por lo tanto no deben aplastarse, mortificándolas, sino que deben subyugarse al objetivo último. Canalizadas adecuadamente, pueden proveer una fuente de energía sin par que beneficiará a la sociedad e incrementará continuamente el éxtasis del individuo. No obstante, hay que evitar –todos los tantras insisten en ello– caer en un camino complaciente de autoindulgencia; hay que distinguir claramente entre el hombre esclavo de sus apetitos, que se hunde en un abismo que no le aportará plenitud alguna, y el tantrista iniciado, que considera sus sentidos y emociones como un medio a partir del cual toda experiencia sensible puede convertirse en una suerte de acelerador que impulse a la persona hacia un éxtasis que dejará a su paso una estela de amor y beneficios.
Esta identificación con la energía cósmica, que exige una difícil elevación de la conciencia humana a niveles cada vez más altos, tiene también una significación revolucionaria contra el sistema de castas, típico de la sociedad hindú. Muchos ritos influenciados por el tantrismo apuntan directamente contra el núcleo de los prejuicios sociales hindúes y muestran que el orgullo de la identidad y la aceptación reverencial de la estructura social establecida son el más insidioso y perjudicial obstáculo mental en el camino de la liberación.
Las obras de arte exhibidas en esta exposición reflejan esa dirección espiritual india y confrontan al observador occidental con las normas de conducta, los rituales, las técnicas mágicas, los mitos y la filosofía del tantrismo.
La colección expuesta pertenece al Tantra Museum de Nueva Delhi y ha sido reunida por Ajit Mookerjee, a quien corresponde en gran parte el mérito del conocimiento actual que se tiene del arte tántrico. Ajit Mookerjee es el autor de las primeras y más importantes obras sobre el tema. Su labor a través de conferencias, publicación de libros y organización de exposiciones desde 1955 ha hecho que el arte tántrico se haya convertido en los últimos diez años en uno de los ciclos artísticos de la India más apreciados y conocidos en Occidente. La colocación de las obras que se exhiben en los espacios de la Fundació Joan Miró se ha realizado con su intervención directa.
