Donald Judd. Esculturas 1965-1987

Fechas
Comisariado
Rudi Fuchs

Donald Judd. Esculturas, 1965-1987

El tipo de arte tridimensional conocido como minimal art surgió en Estados Unidos a principios de los años sesenta. En parte, era una respuesta a la pintura estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial, el «expresionismo abstracto» (por ejemplo, Jackson Pollock), vista como una expresión de sentimientos personales, pero también como una realidad inmediata transcrita sobre la superficie pintada. Manifestaba, asimismo, un rechazo a la pintura tradicional, en la que una composición artística mostraba un calculado equilibrio entre partes (entre formas, colores, figuras y fondo, por ejemplo). Así pues, una parte de la generación de artistas que llegaron a la madurez en los años sesenta se esforzó en suprimir la expresión subjetiva, las preocupaciones compositivas y el ilusionismo de las imágenes (figuras, paisajes) a través de un arte que poseería medida humana, se produciría en las fábricas y usaría materiales industriales y formas geométricas y modulares. En otras palabras, la geometría, la industria y los sistemas matemáticos (repetición, en series o en estructuras enrejadas) parecieron sustituir las imágenes concebidas subjetivamente y hechas a mano. Donald Judd (nacido en 1928), junto con Cari André, Dan Flavin y Sol LeWitt, fue uno de los pioneros de este movimiento.
El minimal art correspondía a una nueva forma de ver el mundo. Para esos artistas la realidad era urbana, concreta, no las imágenes ilusionistas del arte del pasado. Su objetivo era crear objetos físicos que existieran como objetos reales en el espacio real del espectador. Los objetos minimal existen en nuestro mundo. Tratan de agudizar en el espectador la experiencia de su existencia en este mundo. Elevan su percepción de la propia escala en relación con la de ellos mismos; centran sus respuestas intelectuales, físicas y emocionales en relación con fenómenos de la vida diaria, como color, volumen, transparencia, profundidad, reflexión, proporción, repetición, interrelaciones.
Estos objetos transforman la experiencia estética en una experiencia física (pero también emocional e intelectual) inmediata, comparable, podría decirse, a la arquitectura. En arquitectura, espacios diferentes, materiales diferentes o luz diferente crean sensaciones distintas y una respuesta emocional diferente (no reaccionamos de la misma forma ante el interior de una iglesia que ante una estación de ferrocarril). Esto es cierto en lo que se refiere a las esculturas de Judd en general y también a cada una de ellas en particular. Y, como cada obra refleja una serie de elecciones personales (de formas, colores, materiales, yuxtaposiciones), estas obras están personalizadas y expresan la subjetividad de un artista. La visión que Judd y sus objetos nos ofrecen pretende ayudarnos a comprender algunos de los principios que gobiernan el mundo moderno en el que vivimos.