Lo maravilloso en ti es incomprensible*
Hay lugares de los que cuesta irse. Por ejemplo, en París, los Frères de Jérusalem ponen su iglesia a disposición de todo el que desee aislarse un instante del pandemonio ciudadano. En el Espai 13, que ha tratado como si fuera una cripta, Fernando Prats ha querido que sus piezas habiten el espacio «de modo que quien entre no quiera volver a salir». La voluntad de acogida ha desvinculado ambos lugares de su función original, convirtiéndolos en templos laicos. En ambos casos, se trata de crear las condiciones para que fieles y no fieles puedan abandonarse, es decir, recibir la nada como plenitud y no como angustia.
Lo de mezclar la vida y la religión es un fenómeno relativamente reciente. En pintura, el primero que se atrevió a hacerlo fue El Greco, en El entierro del señor de Orgaz. ¿Recordáis ese dedito que salía de la nube? En muchos artistas contemporáneos, el diálogo entre el espacio celestial y el espacio terrenal ha abandonado la verticalidad en favor de una interpretación más democrática.
En el Espai 13, Fernando Prats ha escogido evocar el episodio más abstracto de la crucifixión, es decir, la transmutación, el momento (muy cercano a la transustanciación alquímica) en el que, en medio de grandes cataclismos, el cuerpo de Cristo se convierte en sustancia y se extiende por todas las venas de la Tierra.
El sacrificado muere para dar vida. Por miedo a que el sol no aceptara volver a salir al día siguiente, los aztecas «regaban» la tierra con la sangre de sus víctimas. A la solidaridad del hombre con la naturaleza, Cristo añadió el amor. A pesar de las interpretaciones abusivas que haya podido tener, el rito de la eucaristía, acto de dar y compartir, su orientación vital y creadora, no ha perdido vigencia alguna, sobre todo si consideramos que la propuesta proviene de un artista chileno para quien nociones como el sufrimiento, el infierno o el dolor tienen connotaciones muy concretas. Al hablar de la noción de responsabilidad colectiva o individual, correlativa a las ya citadas, el lenguaje de la Cruz sigue siendo también el más crítico y el más desafiante.
Raymond Fuchs, en un ensayo sobre la cristología contemporánea, afirma que «Dios pertenece a los cristianos, pero [que] la cuestión de Dios es universal». Y sigue: «Jesús crucificado crea el espacio para nuestras cuestiones sobre el hombre y sobre Dios». Este «crear espacio» parece ser la vocación primera de la Cripta de Fernando Prats. Más que bajar el espacio celestial al subsuelo de la Fundació Joan Miró, donde sea accesible para todos, el pintor «abre la pintura», según sus palabras, para llevar al espectador hacia uno de los puntos en los que la pintura y el destino del hombre se cruzan y tienden a fusionarse. Porque los agujeros en la capa de ozono son viejos como el mundo.
Mónica Regàs
* San Efrén (c. 306-373 d. C.), Himno sobre la Navidad y la Epifanía. |