Jesús Galdón. A este lado del espejo

Fechas
Comisariado
Ferran Barenblit
A aquesta banda del mirall (A este lado del espejo) Es una práctica admitida por todo el mundo que el arte trata a los seres humanos como un objeto físico de su obra. Los pintores pintan retratos; los escultores esculpen bustos. Esta práctica solo se rompió con la aparición del arte conceptual, que intentó retratar a las personas en función de su ausencia: no había que ver a la persona para reproducirla. Quizá era mucho más expresivo vernos sin esa imagen. Jesús Galdón juega con estas dos posibilidades, pero introduce una nueva idea: él no quiere retratar a nadie. Su obra es como esos escenarios de feria, ya casi desaparecidos, en los que metíamos la cabeza para tomarnos una fotografía en un marco exótico, como en el Far West o en China. La oportunidad que tenemos en A aquesta banda del mirall es más atractiva todavía. El artista quiere que descubramos quiénes somos nosotros, que busquemos nuestra geografía particular y singular. Porque todos tenemos nuestra propia cartografía. Cada uno de nosotros es una isla, un continente situado en medio del océano del mundo. Situados en esta inmensidad, quizá somos parte de un archipiélago o quizá estamos muy lejos de cualquier otra isla. El pedazo de tierra firme que somos nosotros tiene sus montañas, ríos y regiones. Hemos oído decir muchas veces que los artistas crean su propio mundo. En el caso de Galdón, esto es verdad. Su obra crea un universo, un planeta quizá paralelo al que llamamos la Tierra, en el que cada continente solo tiene un habitante: aquel que aparece reflejado en el espejo. O tal vez, como podría ocurrir en un cuento de Borges, el mundo que Galdón ha creado en el Espai 13 no es sino otro reflejo, la imagen especular de lo que hay en lo alto de la escalera. Pero él no quiere que nosotros, como una Alicia soñadora, crucemos el espejo y vayamos a otro mundo. No hace falta: nosotros mismos somos nuestro propio cosmos. A aquesta banda del mirall es, pues, una obra inacabada: debemos detenernos frente al espejo y mirarnos fijamente. Ahora sí que la pieza está completa. Ferran Barenblit Octubre de 1996