Todos tenemos en la memoria recuerdos que son difíciles de rescatar con claridad. Nuestra mente funciona de un modo que puede parecernos enigmático: retiene algunas cosas, olvida otras y, casi todas, las almacena en un curioso lenguaje de signos que nos es ingrato de explicar y en el que, muchas veces, preferimos no indagar. Formada en parte en la infancia, la memoria retiene las vivencias en nuestro hogar, nuestras primeras costumbres y nuestras primeras experiencias.
Estas reminiscencias son el punto de partida de la obra de Heidi Kumao. En una sala tan oscura y desconocida como nuestra mente, sus piezas tienen por protagonistas imágenes huidizas. Estas figuras, proyectadas en los muros del Espai 13, son como telegramas de los recuerdos, efímeros mensajes originales en esta memoria tan selectiva y que ahora debemos reconstruir.
La artista cuenta que, en su infancia, tuvo que articular dos experiencias distintas. Debía hacer frente a su vida familiar, con su padre, inmigrante asiático, y su madre, de origen suizo-alemán. Esta situación debía ser confrontada con la vida familiar habitualmente aceptada en Estados Unidos. La artista tuvo que contraponer dos realidades distintas: su vida privada y familiar, y una vida pública diferente a la íntima.
Así es como su obra hace referencia a todo eso que pasa en nuestro entorno más inmediato. A menudo, son situaciones difíciles de asumir, e implican una determinada ordenación de la sociedad, que recibimos en la infancia. Sin embargo, su lectura depende también de la memoria del espectador y de lo que sugieren estas imágenes. La violencia implícita que encontramos en algunas de ellas puede tener significados distintos para una u otra persona. Así, Kumao establece un juego entre la obligada necesidad de descodificar nuestra memoria e interpretar una obra de arte.
La voluntaria economía de medios de la artista es significativa. Técnicamente, se basa en el zoótropo, un artefacto antecesor del cine que permite reproducir imágenes en movimiento de forma muy rudimentaria. Estos aparatos se combinan con elementos extraídos de nuestra vida cotidiana, mobiliario doméstico que recuerda al ámbito físico y psicológico al que ella quiere hacer continua referencia. Por otra parte, le permiten mostrar lo que ella llama cómo funcionan las cosas, los aparatos y el espectáculo que generan.
Obras incluidas en Sistema nervioso: Adore, 1995; Decoy, 1997; Every Hour on the Hour, 1996; Kept II, 1998; Learning to Swim, 1997-98; Tied: a Duet, 1993.
Sobre la artista
Heidi Kumao nació en Berkeley, California, en 1964. Estudió en la Universidad de California, en Davis, y en la escuela del Art Institute of Chicago. Ha participado en exposiciones individuales en varios museos estadounidenses, como el Contemporary Arts Center de Cincinnati, en 1995, y, este año, el Yerba Buena Center for the Arts en San Francisco. Es la primera vez que expone en Europa.
Ferran Barenblit
Comisario |