Rodament de cap (Rodadura de cabeza)
La primera vez que Santiago Mayo vino al Espai 13 estuvo un buen rato palpando sus paredes, centímetro a centímetro. Las tocaba como los ciegos tocan las cosas para hacerse una idea. Mayo es pintor, no escultor, y menos aún, instalador, no: eso se lo deja a los técnicos. Para él, el Espai 13 no es un volumen, sino una textura. Una textura que termina al llegar al techo del espacio, pero sobre todo al nivel del jardín de la Fundación. Las ventanas se encuentran a ras del césped. Un espacio-textura, pues, que Mayo ha querido modificar físicamente, pero también imaginariamente, para acentuar su carácter subterráneo, de espacio por-debajo-de-la-tierra. Por eso ha dispuesto sus obras a varias alturas, con una cima superior iluminada, su Hermes (dervix), y toda una serie de piezas cada vez más bajas hasta llegar a la última, colocada a 15 centímetros sobre el suelo (más abajo, se convertiría en una escultura).
Al igual que el Hermes (dervix), las demás obras están dispuestas de forma que crean una especie de circo visual en movimiento continuo. Todas caben en la mano. La pequeñez de las pinturas o ideas visuales de Santiago Mayo —él las llama «mis cacharritos», muy adecuado y muy tierno como definición— exige acercarse a ella y descubrirlas. O, dicho al revés, cuanto más cerca de la obra se encuentra el espectador, más se le revela.
Paralelamente, este ir esparciendo piezas diminutas hace que el espacio parezca cada vez más inmenso; el movimiento vertical inicial genera así otro movimiento circular que lleva al visitante de una pieza a la otra y hacia la siguiente. Las piezas de Santiago Mayo son amigas unas de otras y mantienen entre sí los diferentes grados de relación propios de todas las amistades. Porque cada pieza suya es fruto del reciclaje de obras anteriores. En las pinturas, por ejemplo, recupera un cuadro de pinceladas verticales para aplicar una capa horizontal. La memoria de cada sucesión de pinceladas va creando un relieve, una especie de piel de elefante, que dota a cada cuadro de la atmósfera y la luz tan densas que le caracterizan. En cuanto a las obras de técnica mixta, cada elemento —alambre, cuerda, tela, tapa de crema de Nivea— proviene de un ensayo anterior que no ha podido resistir la destrucción que pretendía el artista. Mayo trabaja muy lentamente. Y quizás lo que quiere decirnos con esta modificación suya del Espai 13 es que en la obra de un artista no hay piezas aisladas o inacabadas; la obra de un pintor es una globalidad en movimiento que ningún carnicero ni ningún marchante conseguirían descuartizar. Por eso, debe seguir libremente su decurso, su destino.
Mónica Regàs |