Joan Miró. Equilibrio en el espacio

Fechas

Joan Miró. Equilibrio en el espacio

«El equilibrio». Esta fue la respuesta de Joan Miró al ser preguntado por el secreto de su obra. Como en el arte oriental, la pintura de Joan Miró es el resultado de un sabio equilibrio entre superficie y trazo, llenos y vacíos, negro y color, etc.

En el vacío es donde se produce el hecho pictórico. Ya desde los años veinte, en las pinturas de Miró, el fondo vacío, aunque cuidadosamente trabajado, es tan importante como el espacio que ocupa el elemento protagonista de la composición. Como en el arte oriental, en las composiciones mironianas el vacío no es algo inexistente, sino un elemento dinámico. Es el lugar donde se producen las transformaciones. Ahí donde el lleno alcanza su máxima expresividad.

Dicen los orientales que el vacío mira hacia la plenitud. El vacío, lo que no está, es protagonista de la composición por ser receptáculo de lo que está presente.

La mínima expresión que Miró inscribe sobre el vacío es el trazo hecho en negro, que, como en el dicho de Zang Yanyuan, es verdadera pintura porque es un trazo surgido del dictado del espíritu, no hecho con un tiralíneas.

Es precisamente ese trazo, que parece una prolongación de los sentimientos, el que en la pintura oriental da forma a la caligrafía, la cual añade una nueva dimensión a la pintura: la del tiempo.

Tampoco la caligrafía es extraña a la obra de Miró. Ya en los años veinte el grafismo participa, tanto por su significado como por su contenido plástico, en la composición. Más tarde, a principios de los cuarenta, cuando pinta las Constelaciones, los títulos de las obras, a semejanza de los haikus, son como formas poéticas de corta extensión. Años después, por un proceso natural de depuración, las inscripciones poéticas se convertirán en simples signos gráficos en las pinturas de Miró.

Pero los grafismos no son el único elemento que relaciona la pintura oriental con la obra de Joan Miró. Si prestamos atención, nos percatamos de la estrecha correlación entre los temas que tratan una y otra. El paisaje, gran tema dominante en la pintura oriental, lo es también a menudo en la obra de Miró. En Mont-roig, en contacto con el paisaje, fue donde Miró decidió dedicarse a la pintura. Fue también ahí donde, más tarde, se desprendió de la realidad inmediata para crear su vocabulario de signos. Estos signos, que eran la interpretación, a través de los sentimientos y la emoción, de lo que veía, no están tan lejos del principio oriental según el cual, antes de pintar, hay que haber memorizado la naturaleza.

Personajes anónimos –«mujer», «campesino catalán», etc.–, animales, plantas, etc., temas habituales en la pintura oriental, lo son también en la de Miró. En ambos casos, no nos hablan de una realidad concreta, sino de conceptos universales.

No sorprende que el arte de Miró haya gozado siempre de tan buena acogida en Japón. Eso explica que algunas de sus obras más importantes se encuentren actualmente en museos y colecciones particulares japoneses. Entre esas colecciones, ocupa un lugar preeminente la de Kazumasa Katsuta, amante del arte por tradición familiar y por interés personal. Gracias a su generosidad podemos presentar ahora en la Fundació Joan Miró la exposición Joan Miró. Equilibrio en el espacio.