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¿Qué necesitan los artistas para poder trabajar en condiciones? ¿Un lugar donde desarrollar su trabajo sin (demasiadas) limitaciones? ¿Una habitación propia? Enric Farrés Duran i Xavier Ristol proyectan su estudio ideal cuyos rasgos se sitúan a medio camino entre lo físico y lo intangible, para la exposición Talleres compartidos. Tres casos de estudio. Una luz, un entorno, un espacio mental donde puedan ocurrir todo tipo de encuentros casuales.

Sueño en un gran taller

En el epistolario entre Joan Miró y el arquitecto Josep Lluís Sert descubrimos como Miró “soñaba en un gran taller” y que una vez que el taller de sus sueños estuvo terminado el pintor tuvo miedo.

Tomando esto como punto de partida, hemos situado el estudio en el centro de nuestro proyecto y hemos empezado a plantear cómo podría ser el estudio de nuestros sueños encargando el proyecto a un despacho de arquitectura. El arquitecto nos ha hablado de luz, de aislamientos, de temperatura y de consumo energético. Ha empezado a desarrollar ideas en función de lo que le decíamos y ha hecho una serie de representaciones que ofrecemos aquí: unos planos a escala 1/50 donde encontramos todo tipo de detalles, nuevas aperturas, dobles espacios, una gotera domesticada, aislamientos para el frío, ventilación, climatización, jamón york y un largo etcétera.

Exposición Talleres Compartidos. Tres casos de estudio © Fundació Joan Miró. Foto: Oriol Clavera

Hemos necesitado hacer una maqueta para observar cómo se desplazará la luz en nuestros sueños, cómo incidirá sobre nuestros espacios de trabajo, explicitando que el estudio es un espacio de cambio perpetuo, un espacio que se ve afectado por la sombra de una nube, por las horas de luz que se van alargando a finales de primavera o por las largas tardes de oscuridad en invierno. Y a través de toda esta información, hemos decidido empezar a hacer reformas.

La primera ha sido una puerta prefabricada de MDF. Esta puerta permite entrar, salir y cerrar. Es una puerta espía en doble dirección, ya que, como sabemos, a menudo la persona que tenemos más cerca es la más desconocida. Y si algo no nos gusta, pues empezamos a darle forma inconscientemente, deformando nuestra percepción, llegándonos a creer que aquel blanco y azul es donostiarra o aquel azulgrana es de Basilea. Alucinaciones hechas a medida. El taller como lugar donde formar y deformar, compañeros incluidos. Por otro lado, como el presupuesto es limitado, hemos decidido construir el infinito. Este infinito nos permitirá aislar cualquier cosa de su contexto, como si se tratara de un espacio en transformación constante que genera imágenes eternas.

Exposición Talleres Compartidos. Tres casos de estudio © Fundació Joan Miró. Foto: Oriol Clavera

Aunque, con el infinito pendiente de resolver, ya que no pasa por la puerta, hemos decidido invertir en un suelo, para no pasar frío en los pies: un parqué de madera de roble. Poco, pero bueno. Una cosa correcta. Finalmente, tan solo nos queda una última pregunta, la última especulación: ¿qué obras haremos en el estudio de nuestros sueños? Y nos da miedo.

Placa en el estudio de Enric Farrés Duran y Xavier Ristol, Sala 17 (Eixample, Sabadell)

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