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Un intercambio epistolar ha unido a los trabajadores de la Fundació Joan Miró y a los participantes del Susoespai, una entidad que acerca los museos de arte al ámbito de la salud mental mediante la práctica artística. Esta experiencia nos ha hecho ver cómo el conocimiento mutuo y la convivencia contribuyen, a pequeña escala, a fomentar una sociedad colaborativa y una mirada de respeto. Este artículo, escrito por Fina Alert, coordinadora del Susoespai, y el equipo de la Fundació, recoge las voces de los participantes de ambas organizaciones.

Encuentro entre los participantes del Susoespai y de la Fundació Joan Miró

Cruïlles, una correspondencia

«“¿Has soñado alguna vez con Miró?” La primera pregunta que nos formularon los participantes del Susoespai parecía una pregunta fácil, poco comprometida, pero en el fondo sacudía de lleno los hilos invisibles que —tal vez— nos vincularían a ellos. El sueño, como forma de evasión, como nexo entre un mundo real y uno utópico, entre su realidad y la nuestra.» Así describe Anna su primera impresión del proyecto Cruïlles [Cruces].

El proyecto Cruïlles, propuesto por Apropa Cultura, unió la Fundació Joan Miró con el Susoespai, un centro de creación artística destinado a las personas que conviven con un trastorno mental. Cruïlles ha sido una oportunidad para formar parte de una acción participativa conjunta: un intercambio de correspondencia escrita entre los trabajadores de la Fundació y los participantes del Susoespai.

La exposición Fin de partida: Duchamp, el ajedrez y las vanguardias ha sido el punto de partida para iniciar la correspondencia, después de que los participantes del Susoespai la visitasen durante seis semanas y la trabajasen en su taller de artes plásticas.

El objetivo inicial del proyecto era crear un espacio de convivencia que permitiese el conocimiento mutuo. El intercambio de experiencias es positivo para las personas que conviven con un trastorno mental y también para el resto de la comunidad. La convivencia basada en la igualdad fomenta una mirada respetuosa entre las personas. Los compañeros que han participado en el proyecto también creen que este tipo de iniciativas pueden contribuir a la construcción de la idea de ciudad colaborativa y aumentar la corresponsabilidad ciudadana.

Raúl P. comparte su punto de vista sobre la muestra que ha originado el intercambio: «Desde el taller del Susoespai hemos visitado la exposición Fin de partida: Duchamp, el ajedrez y las vanguardias. En las salas hemos descubierto cómo en las vanguardias el pensamiento no se detiene; esta exposición nos ha despertado la idea de que no puedes juzgar un concepto a primera vista. Son muchas las jugadas y los pensamientos expresados en una partida de ajedrez y en el arte».

Algunos de estos pensamientos han formado parte de las cartas compartidas entre los trabajadores y los compañeros del Susoespai. La espera entre una pregunta y una respuesta ha generado unas ganas crecientes de entendernos cada vez más, tal como dice Raúl M.: «La relación epistolar ha hecho crecer el deseo de conocimiento entre nosotros». Finalmente hemos coincidido todos en un encuentro que nos ha permitido conocernos, intercambiar ideas y compartir impresiones sobre la exposición, respondiendo a la necesidad que todos tenemos de dar y recibir. En el encuentro hemos materializado —en una especie de instalación— la relación entre nosotros construyendo una gran red de hilos conectores que reflejan las diferentes relaciones que hemos establecido.

Jordi cree que esta experiencia podría haber ido más allá: «Me habría gustado que este proyecto, aunque modesto, hubiese sacado más provecho de la oportunidad que se nos brindaba, profundizando más en el conocimiento mutuo entre los participantes, con canales de comunicación que facilitasen una interrelación mayor. Aun así, valoro positivamente la experiencia; entre otras cosas, porque estoy convencido de que la satisfacción incompleta no es un inconveniente, sino un revulsivo».

Nos gustaría que en una próxima experiencia la correspondencia fuese más larga y más fluida. Pese a su corta duración, el proyecto Cruïlles ha contribuido a pequeña escala a un cambio de mirada hacia la salud mental. Montse cree que «todo empieza por la empatía y el conocimiento mutuo. Desde la empatía llegamos a la emoción y a la experiencia viva del museo y su entorno».

En definitiva, compartimos el deseo de Anna, que fue interrogada sobre si había soñado alguna vez con Miró: «Abrirnos a un público amplio, heterogéneo y sensible, abrir la Fundació a todos, nos permite enriquecernos mutuamente. “No, nunca he soñado con Miró”, les contesté yo, pero sí deberíamos soñar más a menudo para que los dos mundos, el mundo intangible de los deseos y el mundo “real”, fuesen tirando de los hilos y se acercasen cada vez más, hasta tocarse».

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