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La covid-19 ha originado, más allá de la crisis sanitaria, una sacudida en los ámbitos socioeconómico y cultural que ha obligado a hacerse preguntas sobre la viabilidad de muchos proyectos y a tomar decisiones necesarias para afrontar los retos del futuro.

La continua invasión de recursos y contenidos en los canales digitales no ha hecho más que precipitar una tendencia anunciada: la dilución de los límites entre el espacio doméstico y el espacio público. Los compañeros de trabajo o de clase han entrado en nuestra casa a través de las pantallas, y las propuestas de ocio y de aprendizaje se han expandido más allá de los espacios físicos habituales. Los museos, centros de arte, auditorios o teatros no son una excepción: los espacios de intervención cultural, pese a estar cerrados, se han abierto del todo y nos han mostrado sus entrañas. El reto, ahora, será ofrecer un valor diferencial entre los espacios presenciales y los canales digitales.

La Miró al alcance de todos

En la Fundació Joan Miró el confinamiento nos cogió por sorpresa. Como a todo el mundo. Con mucha incertidumbre y pocos días de margen, el museo puso a disposición de los visitantes virtuales un conjunto de recursos (algunos ya existentes y otros nuevos) que con el título de Miró en casa daba continuidad a nuestra misión: promover el conocimiento y la comprensión de la obra de Miró y otros artistas de los siglos XX y XXI.

Una vez finalizado el confinamiento, la reapertura, en junio, significó para la Fundación un momento simbólico de encuentro con nuestros públicos, pero también de recuperación de uno de nuestros ejes programáticos: la relación arte-naturaleza, una conjunción que los ciudadanos supieron apreciar llenando los caminos que llevan a la Fundación. El arte y la naturaleza se convertían en un refugio emocional para nuestras inquietudes durante demasiado tiempo encerradas. Las redes sociales, en aquellos días, se llenaron de forma natural de fotografías de flores, de árboles y de naturaleza desbocada que invadía los espacios reservados a las piezas de arte. Arte y naturaleza se fundían amablemente para ofrecer a los visitantes consuelo ante tanta incertidumbre.

Tras estos meses de reflexión y retos, la Fundación quiere seguir ofreciendo este espacio de bienestar y alivio emocional a los visitantes, y los vecinos de Barcelona y los ciudadanos de todo el país han respondido al llamamiento agónico del arte y la cultura. El impacto y el alcance en los canales digitales ha sido significativo y el público local también ha aumentado; esto significa que el arte y la cultura no están presentes únicamente en las paredes de los museos o en los escenarios de los teatros, sino también en las casas, en las tabletas, en los balcones o en los móviles. El arte lleva ya tiempo huyendo del marco y buscando nuevos soportes y nuevos lenguajes para expresarse.

Cerramos un año complicado y, sin saber cuál será el próximo escenario, queremos seguir creciendo para ser este museo abierto al mundo, por eso la Fundación propone un nuevo proyecto, La Miró a mano, un conjunto de recursos que se presentan como pequeñas cápsulas para inspirar, fomentar la creatividad y acercarnos a la obra de Miró.

La Miró a mano quiere, por un lado, romper con la excesiva mitificación de las instituciones museísticas, adoptando el nombre popular de la Fundació Joan Miró entre nuestros públicos («la Miró»), y, por el otro, poner unos recursos al alcance de todo el mundo para poderlos tener a mano en cualquier lugar y en cualquier momento. La crisis social, económica y sanitaria derivada de la covid-19 ha llevado a las instituciones y organizaciones culturales a avanzar decisiones e impulsar cambios que permanecían latentes, como por ejemplo la resignificación de los espacios museísticos. La Miró va más allá de las paredes blancas del museo y se expande a través de distintos canales digitales, pero también presenciales. Los contenidos giran en torno a los ejes programáticos de la Fundación: Joan Miró, la creación actual y arquitectura y entorno. Estas cápsulas de inspiración y creación no son una traslación de los contenidos presenciales, sino que están pensadas para seguir abriendo camino hacia un museo abierto, en el que se diluyen los espacios y los límites entre géneros y disciplinas. La Miró a mano propone un recorrido abierto y permeable, flexible e inacabado, para jugar, aprender o inspirarse. En esta segunda fase (la primera se inició con Miró en casa), contempla tres propuestas:

Arte y acción

La performance y el arte en acción han tenido una presencia continuada en la programación de la Fundación. Desde las performances en el Espai 13 hasta la reciente performance de borrado de Nalini Malani, la acción, el cuerpo y la voz han sido reflejo no solo de la evolución del lenguaje artístico, sino también de la voluntad de Miró de que todas las expresiones artísticas tengan cabida en la Fundación. Arte y acción recupera acciones que se han llevado a cabo a lo largo de estos años en la Miró para tener una mirada diacrónica y con perspectiva de la evolución del género. La más reciente, la de Nalini Malani, en la que la artista no manda borrar sus dibujos para hacerlos desaparecer, sino, paradójicamente, para retenerlos aún más intensamente en la memoria añadiendo capas de significado a través de la fuerte conexión que se establece entre el artista y el que borra. El arte está en movimiento y evolución constantes, no solo por la propia idiosincrasia del lenguaje artístico, sino también por el tiempo y el momento de percepción.

Familias en línea

Un conjunto de propuestas pensadas para estimular la creatividad en familia, siguiendo el ideario de aprendizaje, descubrimiento y exploración que se desarrolla también en los espacios físicos de la Fundación desde el área de programas públicos. Incluye dos propuestas: Miró en juego, un coleccionable de recursos para hacer en casa, y Familias creativas, una actividad para jugar y crear con las texturas que nos rodean.

Mi Miró

Una compilación de grabaciones realizadas a personas más o menos anónimas que dan su interpretación personal de una obra de Miró. Mi Miró anticipa y resume a la vez todo lo que querríamos transmitir para un futuro más inspirador: el arte no tiene sentido sin nuestra mirada, y el museo, como mediador, tan solo puede ofrecer claves de lectura, pequeñas notas a pie de página que inspiren o apoyen las inquietudes del espectador. En Mi Miró cada cual se apropia de una obra y habla sobre ella sin prejuicios académicos o formalistas, trayéndola hacia un terreno personal.

Esta actividad sintetiza, de hecho, nuestro modo de entender el arte: no hay una sola forma de explorar un museo, una pieza de arte o un espectáculo, sino que cada uno busca o encuentra preguntas y respuestas según sus afinidades e intereses personales. Cuando la Fundación se creó a medida hace casi cincuenta años, Miró y Sert ya concibieron un espacio abierto, no solo físicamente, con unas aberturas y unos ejes apuntando claramente hacia la comunicación dentro-fuera, sino también conceptualmente: mucho antes de los debates de finales de los ochenta sobre la necesidad de incorporar auditorios o cafeterías en los museos, Sert y Miró ya habían previsto estos espacios polivalentes que invitasen a los visitantes a encontrarse con su museo a medida, con su Fundació Miró.

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